Con el cannabis, como con muchos otros temas, pasa a menudo que la realidad va por delante de la legislación. Hasta febrero de 2021, varios ingredientes derivados del cannabis, como el últimamente tan de moda Cannabidiol (CBD) figuraban como prohibidos en Cosing, la base de datos de ingredientes cosméticos de la UE.
El ingrediente más básico, el Cannabis Sativa Seed Oil (aceite de semilla de cannabis) siempre se ha permitido. También se permiten los extractos de hoja, raíz y semilla (Cannabis Sativa Leaf Extract, Root Extract y Seed Extract). Y ahora también el Cannabidiol (CBD), que se define como: “derivado de un extracto o tintura o resina de cannabis”.
Otros ingredientes, derivados de las flores o tallos del cannabis todavía se consideran narcóticos, como el extracto de la planta entera de cannabis (Cannabis Sativa Extract) o los extractos de flor (Cannabis Sativa Flower Extract), de tallo (Stem Extract) o las combinaciones de éstos. Los cannabinoides también están prohibidos.
El cannabidiol (CBD) es muy popular últimamente para uso en cosmética y en medicina, aunque es también un tratamiento tradicional de la medicina. El CBD no es psicotrópico, al contrario que otra de las moléculas de cannabis, la THC (Tetrahidrocannabinol), que sí lo es. El que se usa en cosmética tiene que proceder de plantas de uso industrial, que son bajas en THC y su contenido en THC tiene que ser menor de 0,3 %.
Para todos los ingredientes cosméticos es importante que los fabricantes pidan toda la documentación necesaria a los proveedores, pero especialmente para el CBD, pues, al haber tanta demanda se está detectando que se está vendiendo como CBD productos que son simplemente un extracto de cannabis. También hay proveedores que no aportan todos los datos necesarios, como el contenido en THC. Por otra parte, se han detectado productos con CBD, tanto ingredientes como productos finales, que se venden como “Organic” o ”Ecológico”, pero no cuentan con el correspondiente certificado.
El CBD es un producto concentrado. Al igual que con otras planta se puede extraer con un aceite, con solventes (naturales, como el alcohol o petroquímicos) o con CO2 supercrítico. Después hay que purificarlo (dependiendo del método de extracción), descarboxilarlo (con calor, para activar las moléculas de CBD) y finalmente se cristaliza. Es en esa forma de cristal la que se suele vender a los laboratorios.
A las personas consumidoras puede llegarles como un ingrediente más en una fórmula cosmética, como en una crema, o se puede mezclar con un aceite para venderse como aceite de CBD (en este caso el CBD se encuentra en concentraciones mucho más bajas, entre un 1 a un 10 % normalmente) o pueden usarse en forma de cristales también.
La mejor garantía sobre el origen del CBD es la certificación del producto. Una certificadora, como en el caso de BioVidaSana, revisa toda la documentación, para la aprobación de cada ingrediente, ayuda a los laboratorios certificados a elegir un CBD auténtico, y obtenido mediante métodos compatibles con los criterios de la cosmética natural.
Es básico que la certificadora garantice que: el CBD es natural (la nomenclatura INCI para el sintético es idéntica), certificado ecológico si se presenta el ingrediente como ecológico, % e INCI exacto de los ingredientes de la materia prima, método de obtención del extracto para asegurar que no se han utilizado solventes petroquímicos y análisis de contenido de THC, que debe ser menor del 0,3% para comprobar que se cumple con la ley.
En conclusión: el CBD y otros derivados del cannabis son ingredientes muy interesantes para cosmética; pero que, como pasa con todo lo que se pone de moda, hay que tener cuidado para evitar posibles fraudes, y fiarse solamente de lo que está bien documentado y verificado.
Publicado en Bio Eco Actual
Autoras: Nuria Alonso, Certificación BioVidSana y Montse Escutia, Proyecto Ecoestética