INCI son las siglas de International Nomenclature Cosmetic Ingredient, es decir, de la nomenclatura que se utiliza en el sector cosmético para denominar a los ingredientes. Fue creada en 1973 por una asociación estadounidense con el objetivo de estandarizar la manera de nombrar a los ingredientes y que pudieran reconocerse independientemente del país donde se elabore el cosmético.
El reglamento europeo sobre productos cosméticos (Reglamento (CE) No 1223/2009) obliga que en el etiquetado de todos los productos cosméticos aparezca el listado de ingredientes. La Comisión elabora un glosario con el nombre común que debe utilizarse para cada uno de los ingredientes. Este glosario tiene en cuenta nomenclaturas reconocidas internacionalmente que es principalmente la INCI. Por eso muchas veces nos referimos al listado de los ingredientes de un cosmético como INCI.
En muchos artículos de divulgación, redes sociales, en las aplicaciones para el móvil que escanean y clasifican los ingredientes e, incluso, en la información de las propias empresas, se habla del INCI como una herramienta que permite al consumidor mínimamente formado reconocer si un producto es natural o no. Vemos muchas afirmaciones sobre la calidad de un cosmético basada en el análisis de sus ingredientes. Eso es cierto en parte, evidentemente, lo primero para saber si una cosmética es natural o ecológica es ver cuáles son sus ingredientes. Hay muchos ingredientes que solamente con leer su nombre ya sabemos que no son naturales, como los que contienen los términos PEG, TEA, MEA o DEA, os que contienen el término “paraben”, el EDTA, Paraffin, los acabados en “eth”, como el Sodium Laureth Sulfate y un largo etcétera.
En primer lugar, el propio reglamento permite que “nos la puedan colar” ya que escapan a la obligatoriedad de indicarse en el listado:Las impurezas contenidas en las materias primas utilizadas. Si un ingrediente tiene un contaminante tóxico como los metales pesados no lo vamos a saber.
Las sustancias técnicas subsidiarias utilizadas durante la mezcla, pero que ya no se encuentran en el producto acabado. Si se ha usado un producto tóxico en la obtención de ese compuesto, tampoco vamos a saberlo. Es el caso del óxido de etileno, una sustancia cancerígena que se utiliza para obtener el SCI (Sodium Cocoyl Isethionate), un compuesto muy frecuente en los champús sólidos, pero que no se refleja en el INCI del ingrediente.
Los compuestos perfumantes y aromáticos, así como sus materias primas, se mencionarán con los términos “parfum” o “aroma”, es decir bajo un mismo nombre se incluyen centenares de sustancias diferentes muchas de ellas de síntesis química.
Pero más allá de las limitaciones propias del reglamento hay muchos otros aspectos imposibles de detectar sólo a partir del listado de ingredientes:
-Ingredientes de origen animal y vegetal con el mismo nombre
-Ingredientes de origen natural o petroquímico con el mismo nombre
-Ingredientes transgénicos
-Ingredientes provenientes de explotación infantil
-Ingredientes provenientes de expolio de ecosistemas naturales
-Ingredientes irradiados
Es verdad que certificar un producto es caro y para muchas empresas pequeñas supone un sobrecoste difícil de asumir. Pero, nos guste o no, aunque la legislación europea ofrece mucha información a las personas consumidoras, hay muchas lagunas que impiden que se pueda emitir un juicio real sobre si un producto es natural o ecológico simplemente a partir de su listado de ingredientes.
Además del origen, durante el proceso de certificación se verifica también el método de obtención de un ingrediente; algunos métodos son admisibles y otros no según los principios de lo que se llama la “química verde” que siguen las normas para la certificación de cosmética natural y ecológica. Un caso típico: los solventes utilizados para la extracción de muchos de los ingredientes que se usan en cosmética. Sucede que los solventes, si no están presentes en el producto final, sus nombres no aparecen en el INCI y además, los solventes petroquímicos son más eficaces, por lo que lo más habitual en que los solventes utilizados sean petroquímicos, como el metanol o el hexano. También se pueden utilizar solventes naturales, pero este dato hay que buscarlo en la información que aporta el proveedor, y si no da el dato o si el solvente es petroquímico, hay que buscar otro proveedor.
Un caso curioso es el de los aceites hidrogenados, refinados, desodorizados, etc. El INCI es exactamente igual para loa aceites con tratamiento o sin él. Por ej: Olea Europaea Fruit Oil, tanto si es un aceite de oliva virgen extra ecológico como si es un aceite hidrogenado de orujo de aceite de oliva natural pero no ecológico. En la cosmética certificada sí se permiten estos tratamientos, pero si un aceite está hidrogenado, por ej., se revisará con que aditivos y métodos se ha hecho la hidrogenación, y si pasara que la marca quisiera destacar en la etiqueta que el producto lleva “aceite de oliva” no se permitiría que dijera que es virgen, o ecológico, etc. si no lo fuera.
Lo más delicado en cuanto a los INCIs se refiere a los ingredientes que con el mismo nombre pueden ser naturales o petroquímicos, algunos de ellos se utilizan ampliamente en muchos productos cosméticos. En este caso, si se usara una aplicación de móvil o un listado de “ingredientes buenos y malos” para leer la etiqueta, podría pasar que a un producto certificado que llevara por ej. Propanediol, se identificara como no natural, porque lo más frecuente es que sea petroquímico, pero si el producto está certificado, sabremos que este Propanediol es de origen vegetal.
Hay muchos más ingredientes que se encuentran en este caso, entre otros: Glycerin, Parfum, Tocopherol, Propylene Glycol, Carbon Black, Menthol.
Veamos el ejemplo de la Glicerina, que se muestra con el nombre INCI Glycerin sea cual sea su origen. La glicerina puede ser de origen animal, pero no es frecuente encontrarla de este origen actualmente. Lo habitual ahora es que sea de origen vegetal o petroquímico, que se obtiene en este caso por un proceso de síntesis a partir del propano.
Si es vegetal puede obtenerse por varios métodos, como hidrólisis a partir de grasas, hidrólisis de sacáridos o por fermentación alcohólica, todos ellos métodos admisibles. Por lo tanto, además de saber su origen hay que comprobar su método de obtención y conocer los procesos y los aditivos utilizados. Por ejemplo, un buen método podría ser la hidrólisis del aceite de origen mediante circulación de agua caliente, y posteriormente mediante evaporación se obtiene la glicerina; pero también es posible utilizar aditivos petroquímicos en este proceso, y otra posibilidad es que la glicerina proceda de plantas transgénicas, como la soja, que se usa frecuentemente como fuente para la obtención de este ingrediente.
Conclusión: Los INCIs ayudan a identificar los ingredientes que contienen los cosméticos, pero no es tan sencillo, en muchos casos hay que saber lo que hay detrás, y la certificación hace ese trabajo.
Nuria Alonso (Certificación BioVidaSana) y Montse Escutia (Asociación Vida Sana)