Certificación de cosmética BioVidaSana

Tiempos de solidaridad, cosmética ecológica y local más que nunca

Corren tiempos convulsos. Llevamos años de crisis tras crisis. Algunas inesperadas, como la pandemia de covid; otras anunciadas, como la crisis climática. Una guerra a las puertas de Europa, está siendo una lección práctica de algo que ya hace tiempo que se anuncia: somos excesivamente dependientes de lo que viene de fuera. La globalización ha tenido cosas positivas, pero se nos ha ido de las manos. Hemos dado barra libre a un mercado muy ambicioso con enormes repercusiones sociales y ambientales.

Cosmética ecológica y local: consumir menos y mejor

También hace tiempo que nos dicen que las personas consumidoras tenemos un enorme poder. En nuestras manos está la clave para que se desarrolle un tipo de economía u otra. Y seguramente hay mucha razón en ello. ¿Cuánta injusticia, contaminación y desequilibrio hay detrás de una crema facial que se vende en una gran superficie y cuesta 5€? Y al contrario ¿cuánta generación de empleo de calidad, apoyo a agricultores ecológicos y desarrollo económico local hay en una crema que se fabrica aquí y cuesta 25€?
Son momentos difíciles para muchas personas. Vamos a tener que consumir menos, no sólo por motivos económicos, sino por motivos ambientales. Nuestro planeta ya no da para más. Pero también vamos a tener que consumir mejor, solidarizarnos y apoyar aquellas iniciativas que nos conducen a un mundo mejor. Por eso vamos a recordar porqué consumir cosmética ecológica y natural es la mejor apuesta:

  • Los ingredientes son de origen natural. Por ello nos garantiza que no apoyamos a la industria petroquímica que es contaminante además de su fuerte impacto sobre el cambio climático.
  • Si los ingredientes son ecológicos, apoyamos un sistema de producción que respeta el medio ambiente y evita el despoblamiento de las zonas rurales. Algunos ingredientes se obtienen de subproductos de la agricultura y por tanto favorece la economía circular.
  • Solo se permite un porcentaje reducido de ingredientes de origen químico y sólo si provienen de la llamada «química verde», es decir, aquella en la que se garantiza un impacto ambiental mínimo.
  • No utiliza ingredientes transgénicos. La soja y el maíz son una fuente importante de materia prima para la industria cosmética. El cultivo de soja transgénica en países como Brasil y Argentina está relacionado con la destrucción de grandes superficies de selva amazónica y con graves problemas de salud de las poblaciones que viven rodeadas de esos cultivos sometidos a constantes tratamientos herbicidas.
  • No utiliza nanotecnología. No existen suficientes estudios científicos que demuestren su inocuidad a largo plazo para los ecosistemas donde llegan a través del agua de nuestras duchas.

Por último, dado que estamos en tiempos convulsos y como dice el refrán «a río revuelto, ganancia de pescadores», no dejamos de denunciar que hay muchas empresas aprovechándose para vender como ecológica, cosmética que no lo es, o que no ha sido correctamente verificada. Por ello, una vez más recomendar elegir siempre cosmética certificada por una entidad reconocida. En este río revuelto, hasta los sellos de calidad se venden baratos para beneficio de unos pocos.

Autoras: Nuria Alonso, Certificación BioVidaSana y Montse Escutia, Proyecto Ecoestética


Publicado en BioEcoactual
 


Comparte este contenido con el mundo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados

Scroll al inicio