El término “transgénico” o “organismo modificado genéticamente” se refiere a plantas, animales o microbios a los que se les ha modificado su ADN usando técnicas de ingeniería genética. En la UE hay un importante rechazo social a este tipo de organismos, principalmente en la alimentación, pero muchas personas ignoran que los transgénicos, especialmente las plantas y los microorganismos, son la base de muchos ingredientes que se utilizan en la industria cosmética.
Las vías por las que un organismo modificado genéticamente está implicado en un cosmético son muchas y muy diversas. No se trata de si mi cosmético contiene o no restos de un cultivo transgénico, ni siquiera si eso puede tener efectos o no en la salud. Se trata simplemente de estar informados como personas consumidoras, de poder decidir si con mi compra quiero apoyar, o no, este tipo de tecnología y todo lo que lleva asociado ya sea a nivel medioambiental como social. Según denunció Greenpeace en un informe de 2016 que evaluaba lo que había supuesto la introducción de cultivos transgénicos a nivel mundial: “En realidad, los cultivos transgénicos han reforzado el modelo de la agricultura industrial que no funciona, con sus monocultivos que reducen la biodiversidad, su elevadísima huella de carbono, su presión económica sobre los pequeños agricultores y su fracaso en proporcionar alimentos seguros, sanos y nutritivos a aquellos que los necesitan”
La normativa europea obliga a identificar los ingredientes derivados de organismos manipulados genéticamente (OMGs) en alimentos y piensos, pero cualquier otro producto de consumo como la cosmética puede contenerlos sin que lo sepamos.
Los OGMs pueden aparecer en cosmética directamente a través de ingredientes que sean transgénicos, como por ejemplo aceite de soja OGM, o lo que es más frecuente, pueden estar contenidos en ingredientes procesados, que no llevan el nombre de la materia prima de la que proceden, pero ésta puede ser una materia prima OGM, por ejemplo, el Propanediol vegetal procedente del maíz. También es muy frecuente que los OGMs sean los microrganismos utilizados en la obtención mediante biotecnología de ciertos ingredientes como el ácido cítrico, la goma xantana y muchos otros.
Maíz, soja, colza, algodón, trigo, arroz, palma…
El obvio que, si nos encontramos en una fórmula cosmética un aceite u otro derivado de estas plantas como Zea Mays Oil, Glycine Soja Oil, Triticum Vulgare Germ Oil, etc. podemos pensar que el ingrediente podría ser transgénico, pero hay muchos otros ingredientes que no llevan en su INCI el nombre de la planta original, pero proceden de ellas.
Los productos cosméticos pueden incluir miles de ingredientes distintos. La industria petroquímica es una gran proveedora de ellos, pero otros muchos se obtienen a partir de materia prima vegetal o animal. A partir de un aceite vegetal se obtienen productos habituales en la industria cosmética. Un mismo ingrediente puede provenir de diferentes aceites sin que podamos distinguirlo leyendo la etiqueta. Y aquí tenemos el problema porque la soja, la colza, el maíz y el algodón son cultivos transgénicos ampliamente cultivados y de los que se obtienen aceites vegetales baratos. A nivel mundial, aproximadamente el 28% del aceite vegetal que se produce es de soja, el 13% de colza, el 2% de algodón y también un 2% de maíz. Si tenemos en cuenta que, en datos del 2022, el 80% del algodón, el 74% de la soja, el 33% del maíz y el 24% de la colza producidas a nivel mundial son transgénicas, la posibilidad de que nuestro cosmético incluya un ingrediente transgénico es muy elevada.
Un ingrediente como el ácido oleico, que cualquiera pensaría que proviene del aceite de oliva, es un ácido graso que se encuentra de forma natural en diversas grasas y aceites vegetales y es el 61% de la composición del aceite de colza. El ácido oleico también puede provenir de la soja transgénica que contiene niveles más elevados. El aceite de soja comercial se compone de cinco ácidos grasos: ácido palmítico, ácido esteárico, ácido oleico, ácido linoleico y ácido linolénico.
Otros ingredientes frecuentes en cosmética, como el estearato de magnesio, la vitamina E (Tocoferol) y A, Alcohol (etanol), el Cetearyl Alcohol y otros alcoholes, el Caprylic/Capric Triglyceride, el Coco Glucoside y muchos otros surfactantes o el ácido cítrico se pueden obtener de varias fuentes que contengan grasas como los aceites de colza, soja, algodón o maíz. Esos mismos ingredientes podrían obtenerse de otras fuentes no OGM como el aceite de oliva o el de coco que son más caros porque su producción es más limitada, o también pueden provenir de maíz, soja, etc. no OGM.
El maíz es una importante materia prima para la industria cosmética. Cualquier ingrediente que contenga los términos Glycerin, Glycol o Glyceryl, puede haber sido obtenido de maíz transgénico porque el mayor productor de glicerina del mundo es EUA y allí el 92% del maíz es OGM. Un ejemplo de ingrediente que se encuentra frecuentemente en cosmética es el Propylene Glycol, que puede ser de origen petroquímico, pero también de origen natural, y en este caso, puede ser OGM.
Otro ejemplo es el sorbato de potasio, la sal de potasio del ácido sórbico, un ácido orgánico natural que se ha utilizado ampliamente como conservante para alimentos y en cosmética. En la actualidad, la mayor parte del sorbato de potasio se elabora de forma sintética a partir del maíz y, a veces, de la soja.
Una fuente importante de ingredientes cosméticos son los azúcares que se obtienen de plantas y una fuente importante son el maíz y la remolacha azucarera que pueden ser transgénicas. De los azúcares se obtienen las diferentes formas de alcohol que se incluyen directamente en la fórmula (alcohol denat) o se utilizan para la síntesis de otros ingredientes (fenoxietanol). De hecho, la mayor parte de los alcoholes usados en cosmética provienen del maíz.
Muchos ingredientes que tradicionalmente se obtenían de restos animales, actualmente se obtienen de plantas como el maíz, la colza, la palma o la soja ya sea por motivos sanitarios o porque su obtención es más barata. Es el caso del ácido hialurónico que se obtiene por procesos enzimáticos de levaduras alimentadas con azúcares que pueden provenir del maíz o la remolacha transgénica, o bien las propias levaduras pueden ser transgénicas. Pero en la cosmética seguimos encontrando ingredientes obtenidos de restos animales, la mayoría de los cuales, se han criado consumiendo pienso transgénico. Como ejemplo tenemos el fosfato cálcico muy utilizado en pastas de dientes, el colágeno, la queratina y la elastina que se extraen de restos de la industria cárnica como huesos, tejido conectivo, piel o plumas entre otros residuos.
Los OGMs en los productos certificados
Las principales normas privadas que certifican cosmética econatural prohíben expresamente el uso de ingredientes modificados genéticamente (OGMs) y sus certificaciones comprueban que los ingredientes que pueden proceder de, o haberse obtenido con, organismos genéticamente modificados (OGMS) no lo sean.
La comprobación sobre el origen no OGM de muchos ingredientes es muy complicada y con frecuencia se basa en declaraciones emitidas por el propio fabricante. La presencia de OGMs en un producto final se puede analizar, y de hecho ya hay proveedores de materias primas que aportan test PCRs para demostrar que el producto no contiene OGMs, pero estos tests son caros y no son frecuentes todavía.
Pero es importante optar por productos certificados que nos aseguren esta verificación pues, como hemos visto, algunos de los ingredientes provenientes de fuentes transgénicas son de origen natural y muy usados en este tipo de cosmética.
Autoras: Nuria Alonso, Certificación BioVidaSana y Montse Escutia, Proyecto Ecoestética
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