El movimiento vegano, con mucha fuerza actualmente, rehúsa utilizar productos en cuya composición se incluyan ingredientes de origen animal.  Estos ingredientes son de muy diversa índole: ingredientes que también son alimentos como la leche o la miel, animales criados para su uso en cosmética como el insecto cochinilla (que produce el colorante rojo identificado en las etiquetas con el nombre INCI Carmine o CI 75470), subproductos animales no destinados a consumo humano, conocidos como SANDACH o, incluso los que provienen de animales que han sido sacrificados para obtener ese ingrediente cuyo caso más emblemático es el ámbar gris que se obtiene de los cachalotes, o el Castorium oil, que es una secreción glandular de los castores, ambas sustancias muy apreciadas en perfumería.

Aunque no seamos veganos, existe un consenso entre el consumidor responsable respecto a lo innecesario y cruel que resulta matar un animal sólo para su uso cosmético, especialmente si se trata de una especie amenazada como focas, ballenas o tiburones. Otra cosa es cuando el animal es un insecto, que además es una plaga, como el caso del carmín que se extrae de una cochinilla que se alimenta en las hojas de las chumberas. Aquí se abre un debate interesante: ¿Es inaceptable recolectar cochinillas para extraer carmín y aceptable matar a los pulgones que se alimentan de nuestras lechugas o a las moscas tan molestas que nos entran en casa?
Pero más allá del uso de ingredientes de animales que se han de matar para conseguirlos, tradicionalmente se han utilizado otros con grandes propiedades cosméticas como la miel, la cera de abejas, la leche, especialmente la de burra y yegua, o la lanolina de la lana. Todos ellos están permitidos en cosmética certificada y se detectan fácilmente, ya sea porque el fabricante quiere destacar su presencia o porque aparecen en el listado de ingredientes de la etiqueta con nombres fácilmente distinguibles. Es más, algunas líneas cosméticas que usan ingredientes como la lecho o la miel se han desarrollado como complemento económico para pequeños productores de zonas rurales normalmente despobladas. Son proyectos que ofrecen alternativas económicas en el mundo rural dando un valor añadido a los productos y que, incluso, permiten la recuperación de razas autóctonas o de saberes tradicionales que podrían perderse.

Granja ecológica en Galicia donde se produce la leche de los productos de Muuhlloa

 

Subproductos animales, una fuente de ingredientes para la cosmética

Los SANDACH (Subproductos Animales No Destinados a Consumo Humano), son todos aquellos materiales que se originan en la ganadería, la acuicultura y las industrias de transformación de productos animales como los mataderos, la industria peletera o las industrias de alimentos de origen animal.  También se incluyen los que provienen de la eliminación de animales muertos, o en la aplicación de medidas de control de enfermedades. Por ejemplo, si una granja está obligada a sacrificar a todos sus animales por la presencia de una enfermedad puede comercializarlos dentro del circuito de los SANDACH. Como por su origen pueden ser un riesgo potencial para la salud humana, la de otros animales o del medio ambiente, deben gestionarse de forma especial y segura bajo unas normas que recoge el Reglamento (CE) nº 1069/2009. Dicho reglamento los clasifica según su peligrosidad y solo pueden utilizarse en cosmética los de menor riesgo.
Con el auge de la economía circular cada vez más son los proyectos que trabajan en obtener nuevos usos para estos residuos potencialmente peligrosos y uno de ellos es la obtención de nuevos ingredientes para la cosmética. Algunos son conocidos como el colágeno o el ácido hialurónico que se obtienen tanto de subproductos del pescado como de la carne, especialmente la industria de la piel. Otros son nuevos como el uso de conchas trituradas proveniente de la acuicultura como exfoliante para proporcionar un “efecto de luminosidad” a las cremas hidratantes.

Dificultades para distinguir si un ingrediente es de origen animal

No todos los ingredientes de origen animal se pueden distinguir leyendo la etiqueta. Algunos son evidentes como la miel o la leche, pero otros tienen nombres idénticos a sus homólogos de origen vegetal o incluso petroquímico. Los SANDACH también proporcionan materias grasas que son el origen de centenares de ingredientes cosméticos. En el listado de ingredientes INCI de la etiqueta no vamos a poderlos distinguir de otros ingredientes que se han obtenido de grasas de origen vegetal o petroquímico ya que su nombre eses idéntico sea cual sea su procedencia.
Hay muchos ejemplos de este tipo de ingredientes. La glicerina y todos sus derivados, Glycerides, Monoglycerides, Diacetyl Diglycerides, Glyceryl, Glyceryl Stearate, Glyceryl Monostearate, Glyceryl Isostearate or Glyceryl Caprylate, Glycol stearate o distearate; ácidos grasos como el estárico, oleico o palmítico y todos su derivados; algunos alcoholes como Myristyl alcohol, Oleyl alcohol, Octadecenol; vitaminas como el retinol o la biotina. También son de origen animal algunos compuestos usados como agentes de fricción en pastas dentales y que se obtienen de huesos como Calcium phosphate, Monosodium, Dicalcium y Tricalcium phosphate.
Otro ejemplo es el escualeno que puede proceder del hígado de los tiburones. En el listado de ingredientes lo encontraremos con el nombre squalene y squalane (que deriva del anterior). Aunque originariamente solo se obtenía de tiburones, actualmente también puede proceder de productos vegetales como las aceitunas o la caña de azúcar. Sin embargo, su nombre es idéntico en el INCI. Los ingredientes de animales en peligro de extinción como los tiburores no están permitidos en cosmética econatural certificada y por ello, en este tipo de productos certificados solo lo encontraremos de origen vegetal.


Certificaciones veganas

Si no queremos que nuestros cosméticos incluyan ingredientes animales tenemos la suerte de que hoy en día existen en el mercado numerosas opciones que no los incluyen. Para ello, podemos optar por formulaciones muy simples con ingredientes claramente vegetales o apostar por certificaciones veganas que nos garanticen que ha habido una revisión seria y concienzuda de todos los compuestos usados en su elaboración.
A veces encontramos en el mercado sellos o claims que son auto reclamaciones de las marcas, es decir, que son las propias marcas las que aseguran que el producto es vegano, pero sin que exista una entidad externa e independiente que de fe de ello.
Hay que tener presente que, en la cosmética vegana, además de los ingredientes identificables en la lista INCI de la etiqueta, estos ingredientes no pueden haberse obtenido mediante la intervención de aditivos o coadyuvantes de origen animal, tales como: blanqueado con carbón de huesos o clarificación utilizando gelatina de origen animal o con vejiga de pescado. Los nombres de los aditivos y coadyuvantes no aparecen en la lista INCI de la etiqueta, con lo que la única manera de identificarlos es estudiando exhaustivamente la información técnica de los ingredientes, y reclamando más información al proveedor si fuera necesario. Este es otro de los motivos por el que las certificaciones veganas auténticas son una garantía para las personas consumidoras.
También hay que tener en cuenta que los criterios veganos no excluyen necesariamente los ingredientes de origen petroquímico, sino que se concentran en evitar el origen animal. Por eso este producto puede cumplir con los criterios de la cosmética vegana, pero no con los de la cosmética natural certificada. Es necesario recordar que la industria petroquímica también tiene un efecto perjudicial sobre los ecosistemas y los animales que viven en ellos. Si de verdad nos preocupa el bienestar animal, además de vegana debemos elegir cosmética econatural.

Montse Escutia (Red Ecoestética) y Núria Alonso (Responsable Certificación BioVidaSana)

Publicado en El Botiquín Natural Junio2025