En 2022, se divulgó en los medios de comunicación un estudio llevado a cabo por una empresa de cosmética coreana sobre las tendencias del mercado de habla hispana. Entre las conclusiones destaca que casi un 84% de las personas entrevistadas tenía entre sus prioridades los productos naturales y ecorresponsables. Este estudio viene a constatar que el interés por una cosmética más natural y ecológica crece al mismo ritmo que la preocupación de la población por los problemas medioambientales y de salud.
Pero este estudio también sirve para mostrar la gran confusión que existe en torno a este tema. Porque ¿a que llamamos una cosmética ecorresponsable? Cada una de las personas entrevistadas puede entender algo diferente. Podría ser elaborada con ingredientes ecológicos, vegana, sin envases o con ingredientes de comercio justo, por poner solo unos ejemplos. La ecorresponsabilidad es un concepto muy amplio y, como no está definido en ningún sitio, tiene significados diferentes para personas diferentes. Este hecho abre la puerta a uno de los principales problemas que tiene el mercado hoy en día: el greenwashing. Este término, según un informe de la Comisión Europea de 2021, afectaba al 51% de los anuncios que aparecen en internet. Para evitarlo, es muy necesario que los términos que se utilizan en el etiquetado estén bien definidos. Así que lo primero sería saber qué es realmente la cosmética natural.
¿Qué es una cosmética natural? Muchas entidades privadas que se dedicaban a certificar productos alimentarios ecológicos propusieron normas para cosmética natural y ecológica. Aunque con ciertas va-
riaciones, todas tienen unas bases comunes que incluyen:
• Los ingredientes son naturales o de origen natural. Puede admitirse un pequeño porcentaje de ingredientes de origen petroquímico, que cada norma restringe y especifica. Estas excepciones se refieren mayoritariamente a algunos conservantes, que se utilizan en proporciones muy pequeñas.
• No se incluyen materias primas, especialmente compuestos químicos sobre los que existen dudas sobre su inocuidad para el medio ambiente o la salud de las personas.
•Utilizan procesos de transformación y elaboración respetuosos con el medio ambiente.
• Se permiten ingredientes de origen animal siempre que no sean derivados de animales amputados o sacrificados específicamente para la elaboración del cosmético.
• No están testados en animales ni el producto final ni ninguno de sus ingredientes.
• No se admiten ingredientes ni procesos que impliquen el uso de tecnologías controvertidas como organismos modificados genéticamente (OGM), nanotecnología o irradiación.
Si además hablamos de cosmética ecológica, los ingredientes de origen vegetal y animal deben provenir de la producción ecológica certificada.
Bajo estos criterios encontramos en el mercado normas privadas im-
pulsadas por diferentes entidades como la norma BioVidaSana, COSMOS o NATRUE.
Pero estas normas no son oficiales y, por tanto, no están reconocidas ni se aplican en todos los casos. La
Comisión Europea quiso regular el uso del término “cosmética natural” y el resultado fue la ISO 16128, que
se desarrolló para poner algo de luz sobre el tema y acabó generando más confusión. No es una norma desarrollada para certificar producto, sólo indica a las empresas cómo han de calcular el porcentaje de ingredientes naturales. Por ello, no define ni protege el uso del térmico ecológico y no establece ingredientes prohibidos para que un cosmético pueda ser considerado natural.
¿Basta con conocer el INCI?
Para saber si una cosmética que no está certificada es natural se puede recurrir al listado de ingredientes que obligatoriamente encontramos en los productos cosméticos. Muchas personas consumidoras se han vuelto expertas en hacerlo. Pero la publicidad ha servido para confundir y, por ejemplo, nos podemos encontrar personas que busquen una cosmética “sin sulfatos” porque se ha convertido en un eslogan de venta que se asocia a la cosmética natural.
Pero no todos los sulfatos son iguales y los hay seguros y admitidos por las certificaciones de cosmética natural.
El INCI no es siempre una opción fiable. En el caso de algunos ingredientes podemos tener bajo la misma denominación un producto que proviene de fuentes diferentes y que se ha obtenido mediante procesos diferentes.
¿Qué genera más confusión entre las personas consumidoras?
Algunas personas consumidoras creen que la cosmética ecológica está regulada como la alimentación ecológica y que, por tanto, sólo una verdadera cosmética elaborada con ingredientes ecológicos puede hacer alusión a los términos ecológico, biológico y orgánico, o alguno de sus prefijos “bio” o “eco”. Por eso compran confiadas cualquier cosmético que incluya en la etiqueta estos términos.
Otro error común es creer que un producto vegano es siempre natural. Las certificaciones veganas solo sig-
nifican que en el producto no hay ingredientes de origen animal, pero eso abre la puerta a muchos ingredientes sintéticos.
Y, por último, también se asocia a natural la cosmética sólida. En este caso se trata de una reducción de los envases que, aunque sea algo positivo, no significa automáticamente que el producto esté elaborado con
ingredientes naturales.
¿Cómo elegir las marcas de cosmética?
La única forma de asegurarnos de que la cosmética que ofrecemos en nuestros lineales es realmente
natural o ecológica, es apostando por marcas certificadas por una certificadora de confianza. Y aquí
planteamos otro problema con el que nos encontramos hoy en día. La falta de regulación está favoreciendo que aparezcan algunas empresas dedicadas a “certificar” productos cosméticos sin un mínimo de garantía. Su estrategia se basa en ofrecer precios muy económicos en comparación con otras certificaciones. Para evitarlo, es imprescindible pedir siempre los certificados de la cosmética y comprobar que quien los emite es una certificadora profesional, que está registrada para tal actividad y que está acreditada. En España po-
demos mencionar a BioVidaSana, NATRUE o cualquiera de las certificadoras de la norma COSMOS. Pero eso no excluye que haya productos con sellos fiables de otras certificadoras, especialmente si son productos fabricados en otros países.
Una certificadora ofrece dos garantías: se basa en una norma escrita y publicada que define lo que es natural y que supervisa los ingredientes, fórmulas y etiquetas de los productos que llevan sus sellos, además de inspeccionar los laboratorios donde se producen de acuerdo a esa norma. En el ejemplo de la glicerina mencionado anteriormente, podemos confiar en que, si el producto está certificado, la glicerina será vegetal y no OGM.
Las farmacias son lugares relevantes para la compra de cosmética, y muchos consumidores acuden a ellas porque además de la cosmética pueden encontrar consejo. Por esto, las farmacias que quieran contribuir a vender cosmética natural auténtica y a traer un poco de luz en la confusión reinante en este sector, tienen una gran oportunidad, tanto por la elección de las marcas que ofrezcan, como por la cosmética que ellos mismos pueden fabricar para vender en su establecimiento.
Nuria Alonso y Montse Escutia, responsables de BioVidaSana